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A los bebés les encantan las canciones de cuna, y un nuevo estudio sugiere que no les importa mucho de qué cultura provienen las canciones, en qué idioma se cantan o incluso quién las canta.

El estudio, dirigido por Constance M. Bainbridge, estudiante de doctorado en la Universidad de California, Los Ángeles, y Mila Bertolo, investigadora de Harvard, inscribió a 144 bebés de 2 a 14 meses. Los científicos equiparon a los bebés con monitores de frecuencia cardíaca y de piel, y siguieron los movimientos de sus ojos mientras escuchaban canciones de cuna y otras canciones que nunca antes habían escuchado. Las canciones estaban en idiomas desconocidos de 16 culturas extranjeras, la mitad cantadas por hombres, la mitad por mujeres, todas a capella. Puede escuchar las canciones que escucharon los bebés en themusiclab.org/lullabies.

Ya sea que los infantes escucharan una canción de cuna iroquesa cantada por una mujer en cherokee, una en hopi cantada por un hombre, o una melodía usada para calmar a los bebés entre la gente ona de la Patagonia, sus respuestas fueron las mismas: su ritmo cardíaco bajó, sus pupilas se hizo más pequeño, la actividad eléctrica de su piel disminuyó. En resumen, cuando escucharon canciones de cuna, en cualquier idioma y cultura, se relajaron. Con las no canciones de cuna, esto no sucedió. El estudio está en Nature Human Behavior.

Los padres también eran buenos para distinguir las canciones de cuna de las que no eran canciones de cuna y predecir qué melodías calmarían a sus bebés.

Esta respuesta puede ser innata y no aprendida. “Desde que encontramos esa respuesta de relajación en todas las edades”, dijo Bainbridge, “eso es evidencia de algún papel adaptativo evolutivo de la música”.

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