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Pero había asociaciones entre las demandas físicas de trabajo y el cerebro. Las personas que informaron que su trabajo los agotaba físicamente también resultaron ser personas con un volumen hipocampal relativamente más pequeño y puntajes más bajos en sus pruebas de memoria, incluso después de que los investigadores controlaron su estado socioeconómico, sus ingresos y si se ejercitaban durante sus horas libres. Pocos de estos trabajadores eran trabajadores. La mayoría tenía trabajos de oficina. Pero sus cerebros se veían diferentes si sentían que sus trabajos eran físicamente difíciles que si no lo hicieran.

Sin embargo, fuera del trabajo, mudarse era una ventaja. Las personas que informaron actividad física regular en su propio tiempo generalmente tenían un mayor volumen del hipocampo y mejores recuerdos que las personas inactivas. Pero la actividad física en el trabajo no amplificó esos beneficios; los humedeció.

Las implicaciones de estos resultados son turbias pero preocupantes, dice Aga Burzynska, profesora asistente en la Universidad Estatal de Colorado que dirigió el nuevo estudio. Es posible que el ejercicio afecte al cerebro de una manera y que “la actividad física ocupacional tenga un efecto diferente” y quizás menos deseable, dice ella.

Pero muchas preguntas siguen sin respuesta. Señala que las personas autoinformaron las demandas físicas de su trabajo; los investigadores no midieron el gasto de energía, por lo que los esfuerzos de drenaje de una persona pueden haber involucrado la presentación, mientras que otra persona estaba levantando cajas cargadas. Los investigadores tampoco profundizaron en el sentido de agencia de los trabajadores, por lo que no saben si sentirse obligados a mover los resultados afectados, o cómo la actividad ocupacional podría haber afectado a los cerebros. La fatiga, las hormonas del estrés, los diferentes niveles de diversos químicos cerebrales u otros factores podrían desempeñar un papel, dice el Dr. Burzynska.

Lo más importante es que el estudio no muestra que el trabajo físicamente exigente haga que los cerebros cambien, dice ella, solo que “están relacionados de alguna manera”.

Sin embargo, los resultados sugieren que necesitamos comprender mejor y considerar la compleja interacción del trabajo, el estrés, la actividad física, en el trabajo y en otros lugares, y la salud de nuestros cerebros, dice el Dr. Burzynska. La relación entre las demandas físicas, nuestros trabajos y nuestros cerebros puede ser especialmente relevante ahora, durante la pandemia, cuando el trabajo y el hogar a menudo se superponen.

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