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A pesar de que la confianza en el gobierno y en muchos profesionales ha disminuido durante décadas, la confianza de los estadounidenses en los expertos médicos ha tendido a mantenerse alta. Gallup ha mostrado consistentemente altas clasificaciones para enfermeras, médicos y farmacéuticos en medidas de “honestidad y ética”.
El Pew Research Center, que ha estado estudiando la confianza en los científicos desde 2016, ha obtenido puntajes consistentemente altos para los expertos médicos. Su estudio más reciente, de mayo, mostró que el 89 por ciento de los estadounidenses confiaba en que los expertos médicos estaban actuando “en interés público”.
“Estamos viendo una disminución a largo plazo de la confianza en las instituciones, incluidos los funcionarios electos en particular, así como los medios de comunicación”, dijo Cary Funk, quien dirigió el equipo de Pew. “Esto contrasta con eso”.
Pero a medida que las personas se han irritado bajo las restricciones de las órdenes de quedarse en casa y los números de casos de coronavirus han comenzado a aumentar nuevamente, esa confianza declarada en los expertos puede enfrentar una nueva prueba. A algunos politólogos les preocupa que, dados los connotaciones políticas a la respuesta del virus y los meses de consejos confusos o conflictivos de los expertos, puede ser difícil movilizar al público para que siga las pautas de salud pública de la manera en que lo hicieron en los primeros meses del brote.
La evidencia muestra que la confianza es un buen predictor de comportamiento: las personas que confían en los expertos médicos tienen más probabilidades de prestar atención a sus consejos. Eso ayuda a explicar el cumplimiento generalizado de los consejos para cerrar negocios y quedarse en casa, y con otras políticas diseñadas para prevenir la propagación del coronavirus esta primavera.
Pero la investigación también muestra que dos factores clave tienden a diluir la confianza en la salud pública: la polarización política y los mensajes mixtos. Ambos están presentes en esta crisis. Sarah Gollust, profesora asociada de la Universidad de Minnesota que estudia la comunicación de políticas de salud, teme que los niveles actuales de confianza pública puedan comenzar a erosionarse. “Las tendencias comenzaron mal y siguen siendo malas”, dijo.
La respuesta experta a la enfermedad ha cambiado a medida que los científicos han estado aprendiendo sobre las mejores prácticas en tiempo real. El asesoramiento ha cambiado sobre el valor de las máscaras, sobre si los pacientes asintomáticos pueden transmitir la enfermedad y si la enfermedad puede transmitirse fácilmente a través de las superficies. Tales mensajes confusos pueden hacer que las personas levanten la mano e ignoren cualquier consejo.
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