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En uno de sus ensayos más tempranos e influyentes, “Training for Uncertainty” (1957), la profesora Fox abordó un tema que volvería a tratar a lo largo de su carrera: la idea de que cuanto más sofisticada se volviera la medicina, más preguntas planteaba.

“‘Incertidumbre’: si hay algo que cincelar en mi lápida, sería eso”, dijo al Boletín de exalumnos de Penn Arts & Sciences en 2002.

Renée Claire Fox nació el 15 de febrero de 1928 en Manhattan. Su padre, Fred, fundó P.F. Fox & Co. Investment Securities y su madre, Henrietta (Gold) Fox, fomentaron su progreso educativo, aunque ella misma solo tenía una educación primaria.

Durante el verano posterior a su primer año en Smith College, comenzó a sentirse enferma y su médico le diagnosticó los síntomas de polio. Nunca olvidó la fecha: 15 de agosto de 1945, también conocido como Día V-J, cuando Japón se rindió, poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial.

“Desde mi cama en nuestro apartamento”, escribió, “a través de las ventanas abiertas, podía escuchar a la multitud jubilosa en la calle”.

La poliomielitis es muy contagiosa, y encontrar un hospital que la aceptara requirió cierto esfuerzo. La llevaron al Hospital Sydenham en Harlem, que atendía principalmente a pacientes negros. Su poliomielitis era grave y le afectaba la deglución y la respiración, lo que apenas podía hacer cuando fue hospitalizada.

En sus memorias, la profesora Fox rindió homenaje a una enfermera negra que la ayudó a pasar la primera noche. “No sé su nombre”, escribió. “Pero sí sé que sobreviví esa noche porque ella puso su cabeza junto a la mía en la almohada donde yo yacía, y respiró cada respiración conmigo”.

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