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Varios defensores de la seguridad alimentaria y la salud que han estado participando en el grupo de trabajo antimicrobiano durante los últimos cuatro años dijeron que la agencia nunca había solicitado directamente su opinión, ni les había dado la oportunidad de modificar la posición oficial del gobierno. También señalaron que los esfuerzos de Washington para mantener los medicamentos antimicóticos fuera de los documentos del grupo de trabajo contrastan con las políticas federales dirigidas a monitorear los impactos potenciales que esos medicamentos tienen en la salud humana.

“Lo que EE.UU. esencialmente quiere son estándares internacionales débiles porque eso facilita a las empresas estadounidenses la exportación de estos pesticidas”, dijo Steven Roach, analista senior de Keep Antibiotics Working, una coalición de grupos de consumidores y ambientalistas que buscan combatir el uso inapropiado de medicamentos antimicrobianos en el suministro de alimentos. “Es malo para el mundo, pero es malo para Estados Unidos porque gran parte de nuestra comida proviene del extranjero”.

En su declaración, el departamento de agricultura dijo: “Estados Unidos apoya programas mejorados de monitoreo y vigilancia de RAM tanto en Estados Unidos como en otros países, de acuerdo con las prioridades de salud pública”.

Los funcionarios de salud en los Estados Unidos han reconocido durante mucho tiempo los peligros del uso excesivo de antimicrobianos en la agricultura. Al menos el 80 por ciento de todos los antibióticos de importancia médica que se venden en los Estados Unidos terminan en la alimentación de los cerdos o se rocían en los campos de naranjos, y los científicos temen que el uso prodigioso de tales medicamentos pueda alentar a patógenos peligrosos a mutar y sobrevivir. Las infecciones resistentes a los medicamentos matan a más de 35.000 estadounidenses cada año y enferman a casi tres millones, según los Centros para el Control de Enfermedades e Infecciones. Con pocos medicamentos nuevos en preparación, Naciones Unidas dice que las infecciones resistentes podrían cobrar 10 millones de vidas al año en todo el mundo para 2050, superando las muertes por cáncer.

Aunque la investigación sobre fungicidas agrícolas es menos extensa que el estudio de los antibióticos, los científicos dicen que la misma dinámica ya se está desarrollando con los compuestos antifúngicos que se rocían sobre vegetales y flores. Los investigadores creen que el aumento de una infección pulmonar resistente a los medicamentos llamada aspergilosis está asociado con los pesticidas, y muchos sospechan que están detrás del aumento de Candida auris, una infección fúngica mortal.

El presidente Trump ha hecho de su desdén por las regulaciones ambientales y de seguridad alimentaria una parte clave de su administración. Ha revertido o revocado más de 70 reglas sobre aire limpio, agua y productos químicos tóxicos, y ha puesto en marcha la retirada de Washington de la Organización Mundial de la Salud y del Acuerdo de París sobre cambio climático.

Otras acciones han recibido menos atención pública, incluida la decisión de cambiar la forma en que Estados Unidos participa en la Comisión del Codex Alimentarius, o Codex, un proyecto conjunto de la W.H.O. y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, que establece normas de calidad e inocuidad de los alimentos fundamentales para resolver disputas comerciales.

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